Tal y como afirmó el diariovasco.com el pasado mes de abril, La Perla, miembro de la Sociedad Española de Talasoterapia, se ha convertido en un centro de talasoterapia de referencia europea, y es que, aunque no lo parezca, cumple 100 años de baños de agua marina:
«La afición a los baños de agua de mar es algo que parece que es consustancial al espíritu de los donostiarras» narra el artículo del diariovasco.com «La Perla del Océano, donde actualmente se encuentra el complejo de edificios de La Perla, se construyó hace 100 años para convertirse en un suntuoso balneario al que acudían los refinados veraneantes que venían a San Sebastián para disfrutar de unos placenteros baños de mar que combinaban los efectos terapéuticos con la relajación y el bienestar.
Antes de que el arquitecto Ramón Cortázar levantara el edificio de La Perla, San Sebastián ya contaba desde 1870 con un edificio, más bien un barracón, donde hoy se encuentran los Relojes de La Concha, que también se llamaba La Perla, donde se podían tomar baños de chorro, de lluvia, en piscina y rusos. Este primer ‘balneario’ llegó a tener cien cuatros de baño de playa, veinte gabinetes de baño en pila y un departamento de duchas. Este servicio duró hasta 1911, que fue derruido y para sustituirlo se levantó La Perla del Océano, que se inauguró el 2 de julio de 1912.
Contaba el edificio, según copio del libro de Juan María Peña ‘Del San Sebastián que fue’, con un amplio hall y mirando al mar había dos largas galerías descubiertas, donde el cliente podía pasarse horas y horas viendo la playa y los bañistas a pocos metros. A los extremos de estas galerías estaban el restaurante y el café.
Los gabinetes dotados de todas las comodidades contaban con pilas de mármol con llaves para agua dulce y de mar, fría y caliente. De estos departamentos los había preferentes, de primera y segunda clase al precio de cinco, dos cincuenta y una setenta y cinco pesetas por cada baño, y con precios más baratos por abono. En estos mismos departamentos, y con un pequeño aumento de precio, había baños con salvado y algas y baños minero-medicinales, alcalinos o sulfurosos. Las duchas eran suntuosas, con unas instalaciones hidroterápicas que eran la última palabra en su género. También había baños turco-romanos, propios para determinadas afecciones, baños de vapor y duchas también de vapor y una instalación de duchas de agua caliente y fría combinadas. No faltaba en el recinto una sala para gimnasia sueca, tocador y peluquería de señoras y caballeros, servicio de masaje, pedicuro, manicuro, estanco, correo y telégrafo.
Unos días más tarde de la inauguración, el 9 de julio, visitó el establecimiento, sin previo aviso, la reina Doña María Cristina y salió tan complacida que expresó al alcalde Marino Tabuyo el deseo de que el Rey lo visitara también durante su estancia en nuestra ciudad.
Con el paso de los años el balneario fue perdiendo sus múltiples servicios hasta que tras la Guerra Civil fue cerrado por decreto.
Hacia 1960 las distintas dependencias del edificio recibieron otros usos. La Caja de Ahorros de San Sebastián construyó una piscina. Otro espacio fue utilizado para sala de fiestas que regentó Aurelio Sabadell. Se puso un restaurante y el Atlético de San Sebastián ocupó el bloque más oriental del complejo La Perla.
Desde el Ayuntamiento, en la época del alcalde Albistur, se decide recuperar la talasoterapia que años antes tanta fama había dado a la ciudad. Unos inversores donostiarras apuestan por construir el centro de talasoterapia, pero por distintos motivos el plan entró en quiebra.
En 1995, la sociedad Hotel y Termas S.A. coge las riendas de la idea, apostando por lo que creían que «este proyecto iba a ser una locomotora de atracción de visitantes a la ciudad», según relata Francis Tamayo, director del Centro de Talasoterapia La Perla«.